No, no somos indiferentes a la celebración global de la esperanza que cada niño representa. Cada uno de ellos es un mundo lleno de posibilidades, sueños, imaginación y fuerza transformadora. Son la semilla de un futuro más justo, más igualitario, más humano.
Este fin de curso quisimos celebrarlo como se merecen: con alegría, con música, con juegos, con risas que llenaron cada rincón del espacio. Participaron 403 niños y niñas, desde preescolar hasta sexto grado, en una jornada inolvidable que fue mucho más que una fiesta. Fue un homenaje a su esfuerzo, su crecimiento, sus aprendizajes y, sobre todo, a su derecho a disfrutar y ser felices.
Verlos compartir, bailar, jugar y abrazarse fue recordarnos que la infancia necesita de nuestra presencia, nuestro compromiso y nuestra ternura.
Nada de esto habría sido posible sin el apoyo de quienes creen en la fuerza de la comunidad. Gracias a la ONG KASUMAI ELX por acompañarnos y aportar tanto. Gracias también a la Asociación de Padres y Profesores, cuyo esfuerzo y dedicación hacen posible que estos encuentros cobren vida.
Porque educar también es celebrar. Y en esta celebración, todos aprendemos.













